La Formación de los Futuros Arquitectos
La historia de la primera Facultad de Arquitectura se remonta al 5 de septiembre de 1958. Por esas fechas, menos de una veintena de arquitectos guatemaltecos, graduados en diversas universidades del extranjero, se reunieron con el propósito de fundar, en la única institución universitaria existente en el país, fundada como la cuarta de su género, en el siglo XVII, en la América hispanoparlante del continente americano.
A mediados del siglo XX, existían en aquella, solamente nueve escuelas de formación profesional, siendo la Arquitectura la gran ausente del esquema de formación profesional en el país.
En la fecha antes señalada, estos profesionales lograron la aprobación del Consejo Universitario, separándola de la Facultad de Ingeniería y Arquitectura dentro de la cual existía como departamento y la flamante Facultad de Arquitectura de la Universidad de San Carlos abrió sus puertas en el mes de enero de 1959.
Para 1960, su alumnado creció a 127 y se le adjudicó como sede una casona de dos plantas situada en la 8ª avenida y 11 calle de la zona 1 (casa que había albergado a la Facultad de Ingeniería hasta su traslado a la nueva Ciudad Universitaria en la zona 12). Hoy, con la fundación de nuevas universidades privadas, la Arquitectura se enseña en casi todas ellas, no solamente sitas en la ciudad capital, sino también en muchas cabeceras departamentales, y hoy, debido a las consecuencias de la actual pandemia, los estudios profesionales se ofrecen también a distancia con el apoyo de las variadas opciones virtuales del momento.
Arquitectura en la Universidad Francisco Marroquín.
Los arquitectos Adolfo Lau, Peter Giesemann y Víctor Cohen se acercaron a las autoridades de la naciente universidad con la idea de “hacer una escuela universitaria de alto nivel.” El Consejo de la Enseñanza Privada Superior, en su sesión del 23 de octubre de 1973 aprobó su fundación e inició labores en el mes Enero de 1974.
El Arq. Adolfo Lau Chang fungió como el primer Decano, habiendo sido sucedido por el Arq. Augusto De León Fajardo y más tarde por quien esto escribe, estando ahora bajo la dirección del Arq. Robert Quevedo Widmann, desde 2006 a la fecha.
Cómo ha afectado la reciente Pandemia del COVID-19.
Volví (muy oportunamente para mí) a la cátedra universitaria en enero de 2020 a escasos dos meses antes de que se estableciera el virus en el país y, consecuencia de ello, hubimos de trocar la crítica presencial de diseño, por una crítica a distancia, aprovechando los programas que la nueva tecnología nos ofrece hoy.
Aprendimos a utilizar el ZOOM y con un poco de práctica pudimos ir guiando a los estudiantes con consejos y garabatos hechos con un dedo sobre la pantalla del ordenador. Lo positivo del sistema es que tuvimos que aprovechar la información disponible en las diversas publicaciones periódicas de arquitectura, para compartirlas con los estudiantes.
Esto también motivó el que algunos estudiantes adquirieran suscripciones a ediciones digitales de diversas revistas especializadas y así complementar lo que “de oído” reciben de sus profesores y de sus compañeros.
Otro elemento importante en su formación es el empleo de la modelación e impresión digital tridimensional, así como la capacidad de realizar montajes de alto realismo gráfico que permiten al estudiante y a su profesor, visualizar sus conceptos arquitectónicos dentro de imágenes reales del sitio y entorno urbano o rural. Analizar el efecto de la luz solar en diversas horas del día y estaciones del año.
Esto último permite que el estudiante se percate de la importancia que tiene el contacto visual con el medio ambiente y su integración dentro y alrededor de la arquitectura promoviendo la integración con la naturaleza, en los diversos ambientes que diseñan, la llamada “biofilia.”
La pandemia les ha hecho ver cómo los espacios arquitectónicos han evolucionado hacia esos fines. Los espacios de trabajo han dejado de ser las estériles hileras de escritorios para convertirse en lo que algún autor describe como “la metáfora del vestíbulo de hotel” donde el trabajo se puede realizar en espacios abiertos, amueblados como salas de estar y compartiendo, consultando y comentando con más libertad y sin la sensación de aislamiento que las viejas oficinas cerradas ofrecían. Los espacios tienen ahora mecanismos de apertura o de aislamiento según el caso, utilizando divisiones móviles para cada caso.
La arquitectura, como siempre desde sus orígenes, ha respondido a todas esas condicionantes y sus variantes, que la misma naturaleza, o la acción humana nos proporcionan. Es por ello que el arquitecto debe de estar siempre atento y presto a adaptarse a lo que el futuro siempre nos depara.
Arq. Ernesto Porras Castejón